En su retorno a las salas de exposición, Sáa se reinventa completamente. Enseña 3 años de trabajo en orfebrería contemporánea, objetos que cruzan la frontera de las formas, son joyas en cacho de buey y en madera (alerce, ébano, roble, nogal, purple heart), con plata, verdaderas piezas de arte donde se despliega la tradición de la joyería y la orfebrería artesanal, proponiendo un giro con intenciones artísticas, absolutamente cargado de memoria cultural, creatividad y emoción.
Es la 8º muestra individual de la artista y la primera donde no habrá pinturas. Sigue siendo arte pero en otro formato, uno mucho más íntimo. “Después que murió mi hijo, necesité algo me concentrara. La pintura no era el medio de expresión que me servía en ese momento, el color no fluía; hice cerámica, grabado… y luego pensé que si me gustaban las joyas porque no hacerlo; encontré Walka, escuela de joyería contemporánea y entré a un mundo nuevo en pequeño formato, del que me enamoré, primeramente por el trabajo en cacho, una materialidad viva, con aroma que me rememoraba infancia, campo, caballos, cazuela… y ya traía el color, en matices que me permitía crear sin cuestionamientos, ocres, tierra, blancos, una paleta que tenía sentido con el momento que estaba viviendo”, explica la artista.
Así fue como Isabel se reincorporó a una estructura ordenada, regresando al papel milimetrado -de sus tiempos de estudiante de diseño-, con una ejecución precisa, eso sí, siempre boceteando con total libertad cada pieza. Desapareció el atril, los pinceles y el olor a trementina y reinó la precisión, limas, brocas, sierras, croqueras, plata, cacho, madera. “El comienzo fue árido, extrañaba el desorden de la pintura, nunca me dediqué al diseño, en la escuela de arte encontré a mis pares, un lenguaje común y de repente me vi de regreso con el papel milimetrado…”, confiesa la artista.
La muestra está compuesta por colgantes y tupus en cacho de buey y broches en maderas nativas.
La temática mapuche y precolombina ha inspirado a Isabel en el transcurso de su carrera y hoy es el hilo conductor de su obra. Apuntes que estaban en viejas croqueras fueron retomados y esas formar fueron plasmadas en sus joyas.
¿Por qué The missing part? En cada pieza trabajada por Isabel hay partes faltantes:
”llevaba un tiempo cómoda con esta nueva manera de hacer arte, estaba participando en un work shop en Walka y una joyera sueca se quedó mirando detenidamente mi trabajo y me dijo ‘The missing part’ …tres palabras que significaron como me sentía, fue revelador, por primera vez al escucharlo me enfrenté a lo que estaba viviendo. Con esta muestra he logrado materializar ese sentamiento, el arte me ha permitido sublimar la sensación de estar en el ojo del huracán, lo vivido se traspasa a la materia como una pieza de arte”
“De la idea a la joya las manos parpadean…”, Isabel Sáa